lunes, 16 de marzo de 2009

El arte de Jerez.

Bulerias del Piti de Jerez

José Soto Soto, El Gran: José Mercé


José Soto Soto, más conocido como José Mercé (su apellido artístico supone un homenaje a los años en que cantaba en el coro de la Basílica de la Merced, en su ciudad natal), nació en Jerez de la Frontera en 1955, concretamente en el barrio de Santiago. Bisnieto de Paco Luz y sobrino de Manuel Soto, siempre ha respirado flamenco por los cuatro costados. Con sólo 13 años se marchó a Madrid, donde empezó a acompañar a bailaores como Mario Maya, Carmen Mora y El Güito, tras lo cual Antonio Gades le incorporó a la compañía de bailaores con la que recorrió Europa y buena parte de América. Mercé colaboró con Gades entre 1973 y 1987, participando asimismo en las películas “Bodas de sangre” y “Flamencos”, de Carlos Saura. En 1983 grabó “Verde junco” junto a Tomatito y Enrique de Melchor, al que seguirá en 1987 “Caminos reales del cante”. En 1991 se superó a si mismo con “Hondas raíces”, y tres años después, en 1994, publicó “Desnudando el alma”. Sin embargo, fue en 1998 cuando su carrera artística dio un importante giro, cuando grabó el álbum “Del amanecer” junto al guitarrista Vicente Amigo. Aquel disco ofreció una imagen renovada del arte flamenco que se complementó en 2000 con “Aire” y posteriormente con “Lío” en 2002, un álbum que el propio Mercé define como “un disco hecho con el corazón”, en el que contó con la colaboración, entre otros, de Enrique de Melchor. Más recientemente, en 2004, presentó “Confí de Fuá”, un álbum en el que mostraba todo un alarde de dominio cantaor a través de una mezcla de canciones y el cante más auténtico.

Moraito y Jose Merce - fin de fiesta - con palmas jerezanas

El gran guitarrista "Moraíto Chico"


Para conocer a Moraíto Chico hay que situarse primero en los años cincuenta y sesenta, en Andalucía. Décadas preñadas de artistas que asumían buena parte de su rodaje en los corrales: Terremoto, El Serna o el Borrico, entre otros. Manuel Moreno Junquera (1955) nació en pleno corazón del barrio de Santiago, en la calle Sangre. Un pulmón flamenco jerezano nutrido de patios de vecinos en los que las puertas siempre están abiertas de par en par.

Las penurias y los avatares a los que se enfrentaban los gitanos por aquel entonces eran combatidos, casi a diario, con sentido del humor y, a ser posible, a base de reuniones flamencas. Cualquier excusa era buena para que saltase la llama del cante. Existían en aquellos tiempos dos tipos de cantaores. Estaban los artistas, que se ganaban la vida sobre los tablaos flamencos de la época, recorriendo las ventas o prestando su garganta a las fiestas de los señoritos, en bautizos o veladas privadas. Y, en el mismo orden, figuraban los "aficionados". A éstos, a diferencia de los primeros, no les hacía tanta falta el dinero, pero eran cantaores por derecho propio. Demostraban sus dotes en los tabancos o en los encuentros que les servían para retozarse en lo más jondo. No obstante, ambas categorías iban de la mano en las juergas flamencas nocturnas -muchos gitanos están convencidos de que no podrá saber de flamenco aquel que no se haya emborrachado ochocientas veces con los artistas- o los corrales, donde fluía cante, baile y toque como un torrente que a menudo inundaba las calles de Santiago. En esta corriente se zambulló Moraíto Chico, como tantos otros, prendado por el arte que manipulaban sus mayores a su antojo.

Su familia y la guitarra son una misma cosa. Basta citar a su tío Manuel Morao como ejemplo. Este fue de los primeros tocaores que se atrevió, con sumo acierto, a agregar técnica e inventiva de su propia cosecha a los cuatro acordes que a la sazón se habían convertido en el "abc" de la guitarra durante las décadas anteriores.

Como si se tratase de un juego, Moraíto, recién cumplidos los quince, se apostó a sí mismo que tendría que mejorar la técnica de sus allegados y amigos. Gracias a su timidez y a su talante humilde siempre fue bien recibido por los flamencos, y su guitarra, a pasos agigantados, no tardaría en abrirse un hueco entre las fiestas más punteras. Pronto serían los propios artistas los que se rifasen su peculiar soniquete. Ese que, como él mismo afirma, lleva siempre en los bolsillos. Paco Cepero o Parrilla de Jerez serían, entre otros, las cepas de las que bebería su toque en sus comienzos. Su atención también se desviaría a un tocaor que sacaba especial brillo a su sonanta: Paco de Lucía.

Así las cosas, y como si se tratase de una senda cuyo recorrido estuviese marcado, Moraíto empezó a conocer el país tocando para las figuras del cante que le salían al paso. Sería más fácil enumerar a los cantaores que no contaron con su compañía que al contrario. Los inicios le marcaron tanto en su profesión como en su personalidad. Para ganarse el jornal, en infinidad de ocasiones, había que asaltar el sueño, en mitad de la noche, para atender a los caprichos de no pocos señoritos. Cuestión que tarda en cicatrizar. El circuito de festivales apenas daba para llenar el estómago y el flamenco no se atrevía aún a reclamar los derechos que le habían sido negados desde sus orígenes.
El son de Moraíto parecía tocado por la Divina Providencia aunque nadie supiese explicar el por qué. ¿Cuál era su secreto?. La receta no se desvela en sus dos trabajos en solitario: "Morao, Morao" y "Morao y Oro", pese a que el hombre introvertido sobre los escenarios siempre deje en el aire un escalofrío agradable. Una sensación de genialidad que escapaba a razonamientos variopintos. El tocaor jerezano nunca se salió de los cuatro costados del cante jondo para acompañarlo y, sin embargo, satisfizo sus anhelos de abrir fronteras con buenas dosis de imaginación y un gusto exquisito. No ha destacado por sus picados inverosímiles o sus arpegios increíbles, pese a que el techo de su técnica no encuentra fin. Moraíto, curiosamente, ha sabido rebuscar en sus adentros dónde se encuentra el misterio de la sencillez. Defiende la virtud del silencio para tocar con sinceridad, gracia y temple. Opta siempre por el juego. Aboga por el salero versus la técnica insufrible. El ángel por encima de todo.

Los resultados no tardaron en asomarse. Sus contratiempos, los regates al compás y sus remates alocados le marcarían para siempre y le ayudarían a ser grande sin menospreciar el flamenco. Del remate de la soleá dicen que nació la bulería. ¿Cuántas "pataítas" ven la luz cuando el tocaor de Santiago apuntala por fiesta? El duende sería el primero en ponerse a sus pies, ya que no se haya entre la prima y el bordón, sino en los espíritus aventureros, aquellos que se lanzan al vacío sin una red que les proteja. Confiando en quedar suspendidos en el aire.

Precisamente, éste es el título del álbum que ha grabado junto a José Mercé y Tino di Geraldo, guiados todos por Isidro Muñoz: "Aire". Un trabajo en el que deja su tarjeta de visita con sus primeros acordes. Un reto que ha asumido sin complejos, participando en todos los temas y dejando su musicalidad patente en unos fandangos que saben a "gloria" y en unas falsetas que ponen firme a la soleá bautizada como "El café". Cuatro primeras notas y... ¡Ahí está su tintineo inconfundible! Sus admiradores lo reconocerán al momento, pese a las imágenes, como la de la contraportada, con las que ilustra el disco compacto. Aparenta estar pasado del cante, de las juergas y de las noches en vela poniendo música a las cuerdas musicales más privilegiadas del panorama jondo.

En realidad, así es.

María Dolores Flores Ruiz, "La Faraona" una gran artista.


María Dolores Flores Ruiz (21 de enero de 1923, Jerez de la Frontera - 16 de mayo de 1995, Madrid), más conocida por el nombre artístico de Lola Flores, cantante de copla, bailaora y actriz española reconocida por su temperamento y personalidad artística como «La Faraona».
Lola Flores nació en el barrio flamenco de San Miguel, en Jerez de la Frontera, en la provincia de Cádiz, cuna del flamenco, el vino y los caballos. concretamente en el número 45 de la calle Sol, calle muy conocida en la capital del flamenco, como buena Jerezana era una enamorada del flamenco y el baile, siendo del barrio de San Miguel no le faltaron noches flamencas en las que sus ojos de arte captaban los mejores cantes y bailes, lo que hizo que desde niña bailara y cantara en la taberna que tenía su padre, Pedro Flores, conocido como «el Comino», y antes de los doce años ya era reconocida como bailaora en los ambientes artísticos jerezanos. Entonces cantaba canciones de Concha Piquer y de Estrellita Castro, siendo esta última un gran ídolo de Lola.

Gran amiga de Alejandro Avila y Tamara Mariscal, con los que compartía escenario cantando "La chochomora". Su relación se rompió temporalmente debido a envidias profesionales, pero en los últimos años Lola y Alejandro volvieron a ser amigos, hasta la muerte. Actualmente Alejandro dedica parte de su vida a difundir sus canciones junto a su comadre Dolores Vargas.

En 1939, con 16 años, debutó en el Teatro Villamarta de Jerez en el espectáculo Luces de España que encabezaba la pareja de baile formada por Rafael Ortega y Custodia Marchena y el guitarrista Melchor de Marchena. Lola Flores cantaba Bautizá con manzanilla.

Tuvo sus mayores éxitos como pareja artística de Manolo Caracol, con quien trabajó hasta 1951. En 1958 se casó con el guitarrista Antonio González Batista, El Pescaílla, con quien tendría tres hijos: Dolores, más conocida como Lolita, Antonio y Rosario. Los tres se dedicarían al mundo de la canción, así como su hermana Carmen Flores. Tuvo relaciones también con el futbolista del F.C. Barcelona Gustavo Biosca.

De fuerte temperamento y presencia, entre 1939 y 1992 apareció en diversas películas, en las que solía hacer el papel de gitana. Entre ellas resalta todo un clásico del cine español de los 40: Embrujo (1947, Carlos Serrano de Osma), drama musical donde acompaña a su pareja sentimental y artística de aquel momento, Manolo Caracol. Entre sus films folclóricos de los años 50 destacan el exitoso Morena clara (1954, Luis Lucia) versionando el célebre film de 1934, y en compañía de Fernando Fernán Gómez, El duende de Jerez (1953) y Maria de la O (1959), que supone su primera película con Antonio González «El Pescaílla». Otras películas recordadas son La hermana San Sulpicio (1962) y sus populares dramones mexicanos tipo La faraona (1955) o Sueños de oro (1958).

Casa Flora (1972, Ramón Fernández) y Una señora estupenda (1972, Julio Coll) son sus dos cintas más salvables en plena época de la comedia española pre-destape; su papelito haciendo casi de sí misma en la reseñable pero algo sobrevalorada comedia Truhanes (1983, Miguel Hermoso) o su participación en la cinta documental rodada para la Expo de Sevilla Sevillanas (1992, Carlos Saura), junto a algunos de los grandes nombres del flamenco en general.

De entre su profesión, es muy conocida su amistad con dos artistas folclóricas y actrices cinematográficas también famosas y compañeras de generación, con las que compartió giras musicales por Hispanoamerica: Carmen Sevilla y Paquita Rico, con las que actuó en un film no muy brillante: El balcón de la luna (1952, Luis Saslavsky).

Su extraordinario temperamento venció las reticencias de los críticos más puristas, que cuestionaban su voz y la ortodoxia de su baile. Actuó en el Madison Square Garden de Nueva York, y se recuerda una famosa crítica tras el estreno: «No sabe cantar, no sabe bailar, no se la pierdan».

En 1962 recibió el Lazo de Dama de Isabel la Católica y en 1967 fue premiada con la medalla de oro del Círculo de Bellas Artes.

Murió en su residencia de El Lerele el 16 de mayo de 1995 a los 72 años. La causa fue un cáncer de mama que le había sido diagnosticado en 1972. Su capilla ardiente quedó instalada en el Centro Cultural de la Villa, actual Teatro Fernán Gómez de Madrid, en la plaza de Colón. En un ataúd abierto y amortajada con una mantilla blanca, fue conducida hasta el Cementerio de la Almudena en Madrid donde sería sepultada. Catorce días después de su muerte, su hijo Antonio fue encontrado muerto en la residencia familiar de El Lerele. Presumiblemente, la causa de su muerte fue una sobredosis de narcóticos. Fue enterrado junto a su madre.

lunes, 9 de marzo de 2009

Juan Peña Fernández "El Lebrijano"


JUAN PEÑA FERNANDEZ es un gitano particular, desde su aspecto -es rubio con ojos azules-, hasta su idea de flamenco como obra musical que globaliza y hermana a dos culturas que convivían en la antigua Al-Andalus. Nació en Lebrija en 1941. Estimado como el mayor heredero moderno de la tradición gitano-andaluza. Cantaor, miembro de una familia gitana y cantaora de abolengo, la de Perrate de Utrera, a la que pertenece su madre, María la Perrata.

Bernardo Peña, su padre, tratante de ganado y que no ejercía ninguna faceta del flamenco, era muy aficionado y respetado entre ellos. Juan Peña El Lebrijano comenzó muy jovén como guitarrista, pero al hacerse evidentes sus posibilidades como cantaor a raíz de su triunfo en el concurso de Mairena del Alcor (1.964), decidió dedicarse en exclusividad al cante. Uno de los primeros trabajos importantes como tal fue con Antonio Gades, en cuya compañia estuvo varios años cantando para bailar.

El Lebrijano atrajo desde siempre la atención de los aficionados y estudiosos, que intuían en él un cantaor fuera de lo común, y el tiempo no les defraudaría. Fue enseguida considerado uno de los mejores cantaores de este tiempo, pues a su voz redonda y de hermoso timbre, unía una afición y un conocimiento que le permitían estudiar e interpretar con maestría los más diferentes estilos. Además vivía intensamente el cante en su propia familia, lo que era fundamental.

La familia de los Perrate, a la que pertenece Juan Peña por vía materna, es una institución flamenca. En ella aprendió desde niño los secretos del cante, a ver el flamenco como una forma de vida, como una concepción del mundo. Dotado de una voz impresionante y matemático sentido del compás, además de una gran afición, El Lebrijano irrumpió en le mundo del cante, hace más de tres décadas, con una fuerza arrolladora. En poco tiempo cosechó infinidad de premios y su disco "Persecución" sirvió como enganche para muchos nuevos aficionados.

Pronto tuvo la oportunidad de grabar, y sus primeros discos fueron por añadidura de una gran calidad. Más de treinta grabaciones, acompañado por Niño Ricardo, Manolo Sanlucar, Juan Habichuela..., le erigen en el adelantado del vanguardismo más sustancial, lo que provoca que Gabriel García Marquez escribiera:

"Cuando Lebrijano canta, se moja el agua"

Otra faceta digna de resaltar en este cantaor, es que conociendo tan profundamente el cante ortodoxo, su inquietud artística le llevó a buscar la introducción de algunas innovaciones -lo que él llama melismas de refreso- en un arte habitualmente encorsetado por la tradición inamovible que defienden los puristas. En sus primeros tiempos también estuvo muy influenciado por el magisterio de Mairena.

Él entiende que es necesario aportar al flamenco un abanico musical más amplio, porque solamente así podrán extenderse los horizontes de este arte único en el mundo: "cada uno estamos intentando hacer nuestra música dentro del flamenco. Somos conscientes de que como no le demos un nuevo giro, dentro de su mismo contexto, el flamenco se queda muy corto. Para exportarlo hace falta darle nuevas fórmulas, porque el cante básico esta hecho, lo hemos grabado todos veinte veces. Entonces, si todo lo que sabemos lo podemos interpretar de otra manera más asequible a oídos que no están acostumbrados a oir flamenco, pienso que es importante que lo hagamos". "También es necesario un ambiente, una tertulia... Si no se emborracha uno, si no te duele el cante, se pierde la esencia. Lo que queda es una cosa técnica, fría. El flamenco es otra cosa".

Cabecera de cartel de los más importantes festivales, refleja su presencia activa e inexcusable en los nuevos rumbos que el flamenco tomó a partir del decenio de los setenta, ya sea con la recreación de estilos perdidos en el tiempo, ya con significativas aproximaciones a otros lenguajes que llenaron un vacio receptivo y vagamente descontento por reiterativo, como la evidencia de ser el primer cantaor que lleva el flamenco al Teatro Real de Madrid (1.979), y con dimensión didáctica por todas las Universidades de Andalucía (1.993-1.994), a más de crear espectáculos tal que Persecución (1.976), Reencuentro (1.983), ¡Tierra! (1.992). Con todo, el maestro de Lebrija, como ya hiciera con La palabra de Dios a un gitano (1.972). Donde llevó por vez primera el mundo sinfónico al flamenco, o el nuevo camino, que junto a la Orquesta Andalusí de Tánger, abrió al mundo arábigo andaluz en Encuentro (1.985), sobrepasa en Casablanca (1.998), álbum que se sitúa entre En directo (1.997), Lagrimas de Cera (1.999), y todo lo que un artista de su capacidad y talento creador había ya dado de sí en obras precedentes.

Tiene el título de Excelentisimo Señor, al otorgarle en 1997 el Ministerio de Cultura la Medalla de Oro al Trabajo

Antonio Vargas "Potito"


Antonio Vargas, de nombre artístico Potito, nació en Sevilla hace 30 años y pertenece a una familia de tradición flamenca. Desde pequeño pudo ver a los grandes del momento en primera persona (Camarón, El Lebrijano, etc.). Fue descubierto como artista, digamos oficialmente, por Pepe de Lucía, quien, acompañado por Camarón y Curro Romero, lo escuchó cantar en una caseta de feria y le firmó, in situ y sobre una servilleta, el que sería el contrato para su primer disco, que grabó con ¡catorce! años, y con el que inició una carrera discográfica de hasta 6 discos como solista en total (uno de ellos recopilatorio) hasta la fecha. Ahí es nada. Treinta años, en concreto.

Ha cantado regularmente para Tomatito y para Paco De Lucía (disco Zyryab, sin ir más lejos), lo que ya nos da pistas sobre su cercanía artística, y personal, para con Camarón de La Isla. Y es que estamos ante un discípulo, un seguidor… -cada cual aplique el término que prefiera- del genio de San Fernando. Y eso se nota también en su nuevo disco, para bien y para mal. En gustos va.

Este disco se titula “Barrio alto” (haciendo un homenaje a sus orígenes en el sevillano pueblo de San Juan de Aznalfarache) y cuenta con la mano productora de Diego Amador (pianista flamenco, compositor sevillano, hermano de los Pata Negra, etc.). Buena mano la de Diego Amador, que ha tenido el inmenso acierto –entre otros- de dar un papel destacado en el disco al joven guitarrista Diego del Morao (que ya tiene un justificado nombre propio, a pesar de ser hijo de Moraito chico).

Seis palos festeros en un disco que cuenta con nueve piezas, en donde el “eco” de Camarón está presente desde la rumba versioneada del propio Camarón, que lo abre, hasta los tanguillos que lo cierran, pretendiendo seguir la recordada senda de adaptar a Federico García Lorca en “La Leyenda del Tiempo”.
Hablaba antes de la influencia de Camarón para bien y para mal. Para bien porque es una voz y un artista en el que mirarse: ahí queda para la historia del flamenco, sin el menor resquicio de duda. Es, por tanto, un camino desde el que se puede aprender, disfrutar y, lo más importante, seguir andando. Para mal, porque, con Camarón, se tiende demasiado a imitarlo más que a asimilarlo (reconociendo que asimilarlo es, creativamente, una labor de titanes), y eso puede llegar a suponer una limitación.

El timbre de Camarón es similar al de José Mercé: sus músicas y entonaciones no (siendo ambas muy diferentes y muy válidas). He ahí la clave que marca la diferencia, y en “Barrio alto” se me hacen demasiado presentes, literalmente, los modos y maneras de Camarón a lo largo del trabajo de Potito. Potito tiene unas tesituras que son las suyas, obviamente (las que la naturaleza nos concede a cada uno), pero con ellas juega –en exceso para mi gusto- a seguir, paso a paso, la senda del gaditano. Excepción hecha de las personales aceleraciones del cante en algunas coplas (normalmente bulerías) que nos avisan de que Potito –admiraciones camaroneras al margen- está ahí.

De otra parte, la utilización recursiva de coplas que hacen apología de ser gitano (la reivindicación de ser “gitano cien por cien” de “ser muy canastero”, etc.) sobrepasa mi personal umbral de credibilidad. Saber que quien canta “mira si yo soy gitano, que a la vera de los ríos, haciendo canastos gano” tiene actualmente treinta años le resta credibilidad a la copla. Reconozco que es una apreciación circunstancial y muy personal, y que también puede formar parte de una corriente lírico-flamenca largamente enraizada con la antropología gitana, pero uno, particularmente, preferiría esa reivindicaciones actualizadas, más allá del enquiste canastero, y de la romántica visión dieciochesca de los gitanos españoles.

Los seguidores y los aficionados al cante de Camarón (que es una modalidad muy concreta, y real, de aficionados al flamenco) se van a encontrar con un disco que no les defraudará: lo van a disfrutar, sin duda. Para los que le pedimos a un cantaor con las grandes facultades, y el bello timbre, de Potito que vaya más allá, que se crezca como artista (además de como ejecutante, que ya lo es) nos quedaremos con el regusto de que seguimos esperando otra vuelta de tuerca. Nada de esto va a misa, por supuesto; Va, en concreto, a los oídos de cada quien que escuchemos este “Barrio Alto”. Un muy buen cantaor, Potito, al que le pido toda la fuerza y verdad del disco “En un ratito”, por ejemplo, trasladada a un disco con nombre propio, con su nombre.

Debo, por último, destacar la guitarra de Diego del Morao, que brilla con luz propia sin, en ningún momento, eclipsar al cantaor. Y esto es un doble y altísimo mérito entre los actuales guitarristas que tienen mucho que decir (como es este caso): decirlo pero sin pisarle el terreno, y el protagonismo, al cantaor. Un magnífico guitarrista que, además de ser creativo, acompaña estupendamente bien al cante.

Tomasa Guerrero Carrasco "La Macanita" Una Artistaza


Tomasa Guerrero Carrasco "La Macanita" recibe el nombre de su padre, El Macano. Nacida en Jerez de la Frontera en 1968, sus primeras actuaciones en su ciudad natal estuvieron ligadas al grupo España-Jerez, compuesto por niños, bajo la dirección del guitarrista Manuel Morao, actuando en los espectáculos Jueves Flamencos junto a Manuel Carpio y Manolito Parrilla, nieto.

Seguidamente forma parte del Coro de Villancicos de la Cátedra de Flamencología, con el que realiza varias grabaciones promovidas por la Caja de Ahorros de Jerez, en las que interpreta algunos temas como solista. Su primer recital tuvo lugar en el Hotel Jerez en 1983, acompañada a la guitarra por Ramón Trujillo.

En 1985, en compañia de El Torta, Ramírez, Moraíto Chico y El Capullo, actuó durante una temporada en los tablaos madrileños Los Canasteros y Zambra. Después de recorrer varios países participa en una histórica grabación: Tauromagia de Manolo Sanlúcar.

Se incorpora, en 1988 a la Compañía 'Manuel Morao y los Gitanos de Jerez', debutando con el montaje Flamenco - Esa forma de Vivir. Seguidamente graba A La Luna Nueva, su primer disco en solitario, con la casa discográfica TWINS RECORDS.

Participó en el espectáculo Arco de Santiago, presentado en el Pabellón de Andalucía durante la Exposición Universal de Sevilla, EXPO'92. Habiendo sido galardonada con el Premio Demófilo de Arte Flamenco, graba el disco Con el Alma con el sello francés AUDIVIS (Ethnic) para la sección Flamenco Vivo.

En la VIII Bienal de Sevilla hace el papel de La Niña de los Peines, sacando a relucir su gran parecido físico con la legendaria Cantaora, en 100 Años de Cante. Es aclamada por la prensa y la afición como revelación de este evento tanto por esta intervención como por su aparición junto a Moraíto Chico en el espectáculo Lo que es Jerez, presentado en el Hotel Triana en presencia de S.M. La Reina Doñ Sofía.

Canta un Villancico flamenco inolvidable en la película Flamenco, dirigida por Carlos Saura.

Su trabajo discográfico Jerez-Xerez-Sherry, fue grabado por el gran productor sevillano Ricardo Pachón, contando con la colaboración de Moraíto Chico y su hijo Diego, Diego Carrasco, los percusionistas Manuel Soler y Juan Ruíz, y el pianosta cubano Rafael Garcés.

En el año 2000 intervino en diferentes eventos de gran prestigio: Westdeutscher Rundfunk (Radio Estatal Alemana) emitó en directo un concierto suyo en el programa Matinée der Liedersanger. En Mayo de aquel año causó verdadera sensación en su presentación en el Queen Elizabeth Hall de Londres dentro del ciclo ARTE FLAMENCO. A continuación triunfa en el Festival Stimmen 2000, evento de temática vocal celebrado cada año en Lörrach, Alemania. Tras su regreso, es programada en la célebre gira provincial anual El Flamenco y El Son Cubano.

Ha actuado en el nuevo Auditori de Barcelona, en el Institut de Monde Arabe de París, en el Colegio de Médicos de Madrid, en el Festival Flamenco de Ciutat Vella de Barcelona, en el Festival Flamenco de Mont Marsan en Francia entre otros espacios y eventos de prestigio mientras prepara una nueva grabación.

Esta voluptuosa cantaora de Jerez es prueba viviente de que Jerez es donde reside el arte. O, mejor dicho, ahí empezó todo. Su profunda y melosa voz está llena de referencias al cante gitano auténtico. En el escenario comienza profundizando en los lamentos emotivos de la soleá y los tientos, creando expectación hasta el remate final por bulerías en las que se levanta y se entrega al son del compás hipnótico de Jerez.

La Macanita posee una voz que pertenece a otra época. Su juventud y belleza contrastan con su preferencia por el timbre arcaico y verdadero del sonido negro. Como si de una reencarnación de la misma Niña de los Peines se tratase, su Cante es totalmente puro y flamenco, sin aditivos, sin influencias ajenas. En sus actuaciones aporta un sorbito de Jerez del bueno a cualquier cóctel musical en cuyo cartel aparece.

Actualmente, se encuentra inmersa en la grabación de su cuarto disco, dirigido y realizado por Isidro Sanlúcar y acompañada de grandes colaboradores como Moraíto Chico y Diego del Morao. Este disco ya ha sido publicado y lleva el nombre de "La Luna de Tomasa".

Una Gran Artista "Aurora Vargas"


Nacida en el barrio de la Macarena y con raíces familiares en Cádiz y Sevilla, debuta cantando por tangos y bulerías en los tablaos «Los Canasteros» (Madrid) y «Los Gallos» (Sevilla). Su primer acontecimiento de repercusión nacional dentro del mundo del cante flamenco fue en la IV Quincena de Arte Flamenco, celebrada en Sevilla en 1986 en el Teatro Lope de Vega, siendo nominada como artista revelación. Actúa por primera vez en la «Bienal de Arte Flamenco» en su IV edición, compartiendo cartel con artistas de renombre como Bernarda de Utrera o José Mercé, entre otros. A partir de este momento comienza su andadura dentro del circuito de Festivales Flamencos, y un largo recorrido por todo el ámbito nacional en internacional. Ha participado junto a Plácido Domingo en una película sobre la ópera «Carmen» bajo la dirección de Rossi. Durante varios meses forma parte de la compañía de Antonio Gades cuando representaba en París esta misma obra en el escenario de los Campos Elíseos. Su intervención en la película «Flamenco» de Carlos Saura refleja a la perfección su personalidad única. Su discografía incluye unas bulerías en el histórico disco de extractos de la banda sonora de la serie televisiva «El Ángel», dirigido para RTVE por Ricardo Pachón y dos grabaciones para el sello Pasarela, bajo la dirección de Daniel Navarro «Niño de Pura», «Acero Frío» (1997) y «Orso Romí» (2001), las cuales han cosechado importantes éxitos. Con luz propia caldea Aurora los escenarios que la acogen. El bronce de su piel, azabache de su pelo y coral de sus labios conjuran una alquimia potente, capaz de embrujar al más duro de los corazones. Voz fundida en las fraguas trianeras, oro puro teñido de metales sonoros desgarradores, la reina del cante gitano encarna el esplendor del quejío profundo y la belleza incandescente de la fiesta.

"El Canelita"


Canelita nace en el barrio La Bajadilla en Algeciras, La isla Verde arabe, el puerto en donde desmbarcó a su llegada a Andalucía, Zyryab, el músico iraquí , inspirador del cante jondo . Allí en La Bajadilla , en las mismas calles en donde alumbró su arte genial maestro Paco de Lucía, Canelita, aún un chiquillo , descubre que posee el don de la voz. Y allí le puso el cantaor, Morenitode Illora, el nombre de Canelita. Allí le escuchamos, sentado en el peldano de una escalera frente a su casa entonando los sonidos negros de los cantes viejos. Canelita respira fandangos y bulerias, sus cantes preferidos , pero tambien rumba y tangos.

viernes, 6 de marzo de 2009

El Gran Bailao Gitano "FARRUQUITO"

Bailaor español. Heredó el amor por el flamenco de su familia. Tanto su abuelo como sus padres están inmersos en el mundo de esta danza. Él comenzó de muy pequeño, y hoy, siendo aún muy joven, tiene una carrera brillante y es considerado uno de los mejores en este arte.
El flamenco joven
A pesar de su juventud se ha convertido en una de las mayores figuras de esta danza. Juan Manuel Fernández Montoya, más conocido como Farruquito, nació en Sevilla en 1982. Es nieto del bailaor Antonio Montoya Flores, Farruco, e hijo del cantaor Juan Fernández Flores -El Moreno- y de la bailaora Rosario Montoya Manzano -La Farruca-.

A los cincos años debutó en Broadway con el espectáculo "Flamenco Puro". A los ocho años presentó su primera temporada en la Sala Zambra de Madrid. Tres después intervino en el vídeoclip Camaron nuestro y al año siguiente en la película Flamenco, de Carlos Saura.

Farruquito acompañó, en varias oportunidades, a su abuelo en cada actuación. En 1992 participó con él en la inauguración de las Paraolimpiadas de Barcelona y en el Pabellón de Andalucía de la Exposición Universal de Sevilla con el espectáculo "Presente, pasado y futuro".

En 1997 su abuelo murió y tres años después su padre, por lo cual él pasó a representar la academia, situada en Sevilla, que difunde los preceptos de Farruco. A los 15 años creó su primer espectáculo, "Raíces flamencas", con el cual debutó en el Royal Festival Hall de Londres, y que ha presentado con gran éxito en Madrid, Barcelona, Francia, Japón, etc.

En 2001 presentó "La Len Varo" en el I Festival Flamenco USA. Luego de actuar en las ciudades de New York y Boston, el New York Times lo catapultó a la fama mundial con una gran crítica. Continuó con los éxitos en la III edición del Festival Flamenco USA, donde actuó junto a su hermano Farruco, en ese entonces de 14 años.

En 2003 encabezó el espectáculo "Por derecho", con el cual realizó una gira por los Estados Unidos, en donde recibió excelentes críticas. También participó en algunos de los más importantes festivales del mundo de danzas nacionales e internacionales (Festival de Jerez, Mont de Marsan, Wolftrap, Internacional Festival of Arts & Ideas, Athens Flamenco Festival, Spoleto USA, etc.).


La Boda Del Bailaor Flamenco Gitano "FaRRuQuiTo"

La Boda De Mi Tia Tamara ,, El Arte Del Flamenco Se Puede Apreciar!!

El Camarón de la Isla cantando por Bulerías en una fiesta en homenaje a Diego del Gastor en Morón de la Frontera (1982).

miércoles, 4 de marzo de 2009

El Mejor Cantao De Flamenco Del Mundo


Nació en San Fernando, provincia de Cádiz, el 5 de diciembre de 1950. Fue el segundo de ocho hijos que tuvo el matrimonio de Juana Cruz y Juan Luis Monje. Su nombre real era José Monge Cruz y fue apodado como Camarón, debido a su pelo rubio, y "de la isla" por ser natural de San Fernando. Por lo habitual residía en la Línea de la Concepción (Cádiz), el pueblo de su mujer Dolores Montoya -conocida como La Chispa-.
Comenzó su vida de cantaor, a los ocho años, por las ventas de los alrededores de San Fernando, en especial la Venta Vargas. Su primera actuación profesional fue en Sevilla, en la feria, en 1963. Allí fue escuchado por Antonio Mairena, y luego Miguel de los Reyes lo contrató y se fue a Málaga.
A su regreso se marchó a Madrid, donde trabajó durante 12 años en el tablao de Torres Bermejas, hasta que su fama se acrecentó y comenzó a ser contratado para festivales. En ese tablao conoció a Antonio Sánchez, el padre de Paco de Lucía y a Pepe de Lucía. Con éste hizo una cantidad enorme de temas que luego él cantó.
Luego conoció a Paco de Lucía y se entendieron al instante. Juntos grabaron diez discos, entre 1968 y 1977. En estos discos Camarón poco a poco fue forjando su estilo personal, en extremo emotivo y con una gran capacidad de comunicación. De esta manera, el artista abrió una puerta a todo tipo de público.
Con ocho discos grabados se retiró de su profesión, en 1977, para hacerse unos replanteos. Regresó en 1980 como Camarón, con la grabación de La Leyenda del Tiempo. Este disco revolucionó el mundo del flamenco porque introdujo innovaciones que rompieron con la tradición, y fue a partir de aquí que nació lo que se denomina nuevo flamenco o flamenco fusión. Este disco fue clave para entender la evolución del artista. Se acercó al rock, al jazz y a las tradiciones orientales.
En 1983 grabó su primer disco con el guitarrista Tomatito quien lo acompañó en todos sus futuros trabajos. Aunque con Paco de Lucía siguió manteniendo esa entrañable amistad.
En su música aparecieron instrumentos hasta ese entonces nunca presentes en discos de cantaores: bajo, batería, percusión, piano Fender, moog, teclas, guitarra eléctrica, flauta, bajo y cítara. Fue uno de los representantes más sobresalientes del cante flamenco reciente, en especial apreciado como renovador de dicho arte.
Su última actuación la realizó el 25 de enero 1992, en el Colegio Mayor San Juan Evangelista. Murió en Badalona (Barcelona) el 2 de julio de 1992 a los 41 años.